martes, 3 de mayo de 2011

"Trabajos que deprimen, deprimidos que trabajan"


Hay trabajos que no son demasiado agradecidos. Hay otros que roban
demasiado tiempo vital. E incluso hay empleos que permiten
la realización personal, pero que están empañados por la actitud
tiránica de jefes con los que es difícil tratar. Sin embargo, el hecho
de que entre el 15% y el 30% de los empleados españoles se sienta
deprimido no se puede achacar solamente a estos motivos externos,
que están en permanente cambio. Los expertos en psicología
laboral señalan que este “profundo sentimiento de tristeza y de
que la vida no tiene sentido” aparece cuando la persona se “encierra
en sí misma” y “no es capaz de aceptar la realidad tal como es”.

A finales del siglo XIX, el escritor
ruso Máximo Gorki afirmó
que “cuando el trabajo es un placer
la vida es bella, pero cuando
nos es impuesto, la existencia se
convierte en una esclavitud”. A
pesar de su radicalidad, este aforismo
sigue siendo válido para
muchos trabajadores españoles,
que no encuentran satisfacción
en lo que hacen, pero que no les
queda más remedio que hacerlo
para poder sobrevivir.
Sin embargo, dado que el trabajo
forma parte de la experiencia
humana, los expertos en psicología
laboral sostienen que “lo
inteligente es aceptar con una
sonrisa lo que acontezca, al menos
como remedio para no sentirse
eternamente frustrado”. Y no
sólo eso. Estos especialistas añaden
que “quien se queja constantemente
de una situación difícil
de cambiar, termina inevitablemente
padeciendo las consecuencias
de la depresión”.
Además del alto coste personal,
este síndrome —caracterizado
por una profunda tristeza,
apatía y ansiedad crónica— supone
un desembolso anual de 750
millones de euros en bajas laborales,
sin contar el impacto que
tiene sobre la productividad de
las empresas españolas, según
un informe de la Organización
Mundial de la Salud (OMS).
Según varias descripciones
médicas, hay dos tipos de depresión:
“la endógena, que encuentra
sus causas en la genética y
que provoca cansancio y decaimiento
crónico; y la exógena, derivada
de la forma negativa en la
que una persona percibe subjetivamente
la realidad, por muy horrible
que ésta sea”. Los trabajadores
aquejados por ésta última
suelen creerse víctimas de sus
condiciones laborales, pero esto
sólo es cierto en algunos casos.
Sentimiento de inutilidad
“La forma en la que están organizadas
algunas empresas, en la
que destaca la rigidez laboral y la
jerarquía vertical, contribuyen a
agravar la desidia y el sentimiento
de inutilidad de los empleados
susceptibles de caer en depresión”,
afirma el psicólogo clínico
Alejandro Busto, formador y director
de I+D del Instituto de Formación
Avanzada (INFOVA).
“Está más que comprobado
que el estilo de liderazgo cohercitivo,
basado en un autoritarismo
que no tolera el error, que no fomenta
el desarrollo personal y
profesional y que ejerce mucha
presión, sin respetar ni escuchar
a los colaboradores, es en parte
responsable de este síndrome psicológico”,
sostiene Busto, que dirige
cursos para prevenirlo.
“La pérdida del control del
tiempo de trabajo”, por otra parte,
“hace sentir impotentes a muchas
personas, que además se
sienten aisladas en ambientes laborales
extremadamente competitivos,
en los que apenas se relacionan
y acaban por sufrir en silencio
este síndrome”, sostiene
Ángel Cárcoba, del departamento
de Salud Laboral de CC OO.
Pero más allá de las precarias
condiciones laborales de muchos
trabajadores no cualificados
y de otros cuyas empresas
les motivan a dedicar gran parte
de sus días a sus ocupaciones
profesionales, “la depresión aparece
como consecuencia de la no
aceptación continuada de la realidad
laboral que cada persona
ha escogido o que le ha tocado vivir”,
afirma el doctor Enrique
González, psiquiatra consultor
del hospital Gregorio Marañón,
en Madrid, con más de 30 años
de experiencia en este campo.
Este tipo de personas no suelen
ser víctimas de las condiciones
externas de su trabajo, sino
de sí mismas, apunta González.
“En vez de centrar sus esfuerzos
en querer cambiar lo que no depende
de ellos, tienen que comprender
que lo único que pueden
modificar es su actitud interna”,
añade. A su juicio, la salud mental
es un “triunfo” que se consigue
cuando se comienza a ver lo
“bueno y positivo” que ofrece cada
puesto de trabajo, por muy difícil
que esto parezca.
“Quienes lo tienen más complicado
son las personas en paro,
cuya incertidumbre les introduce
en un círculo vicioso muy negativo”,
concluye González, “en
el que la culpa y la sensación de
fracaso alimentan su tristeza, de
la que a veces no logran escapar”.

BORJA VILASECA

El País, Domingo 15 de abril de 2007.


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