martes, 3 de mayo de 2011

"Tres millones de drogadictos van a la oficina"


Al menos el 15% de los trabajadores españoles consume alcohol, hachís y/o cocaína para ‘sobrevivir’ a su jornada laboral.

Escapar de la realidad es el problema no la solución. Por muy estresante
que sea la vida laboral, los psicólogos advierten de que “el
consumo de drogas y de alcohol no contribuye a resolver el malestar,
más bien lo agrava”. Sin embargo, el 15% de los trabajadores
(unos tres millones) son adictos, según la Organización Internacional
del Trabajo (OIT). Los planes de prevención están entrando en
las empresas, que pierden unos 4.000 millones de euros al año como
consecuencia de accidentes y bajas derivados de este consumo.

“La huida no ha llevado a nadie a
ningún sitio”. Esta afirmación del
escritor y aviador francés Antoine
de Saint-Exupéry, autor de El
Principito (Alianza), sintetiza el
problema de fondo relacionado
con el consumo de alcohol y de
drogas en la empresa: “El malestar
del ser humano contemporáneo,
que le lleva a tratar de escapar
constantemente de sí mismo”,
según detallan los expertos en psicología
laboral, que están entrando
en el ámbito empresarial a través
de la figura del coach.
No en vano, estos especialistas
apuntan que “los adictos intentan
llenar su vacío existencial, percibido
en el estómago en épocas de
mucha tensión y estrés, con alcohol,
hachís y/o cocaína, pero la verdad
es que no se llena con nada.
Es algo más profundo y hay que
aprender a aceptarlo”. Y concluyen:
“A través del trabajo con la
mente y el pensamiento este vacío
deja de ser percibido como una
molestia, dando paso al equilibrio
y bienestar interiores”.
En opinión de Empar Pérez,
psicóloga clínica del centro médico
Teknon, en Barcelona, “la falta
de inteligencia emocional, es decir,
de recursos interiores para
afrontar las adversidades personales
y profesionales del día a día,
suele llevar a los trabajadores a
caer en la drogadicción”.Yesta caída
les introduce en un “peligroso
círculo vicioso”, que encuentra cada
vez más facilidades para manifestarse
debido, sobre todo, a que
“el consumo de alcohol está bien
visto socialmente y a la disminución
del precio de la cocaína, que
está fomentando su democratización”,
comenta Pérez.
Así, “cuanto más estrés, ansiedad
y angustia se experimenta en
el trabajo, más elevadas son las
probabilidades de recurrir a diferentes
tipos de ansiolíticos y narcóticos,
y cuanto mayor sea este consumo,
mayor será el estrés, la ansiedad
y la angustia experimentadas
por el adicto”, sostiene. La paradoja
radica en que “la evasión
del problema tan sólo sirve para
alejarse de la solución”, lamenta
Pérez, que trata a profesionales
con problemas de adicción.
Insatisfacción personal
Aunque es cierto que la precariedad
laboral y el liderazgo nocivo
ejercido por muchos jefes puede
generar entre los trabajadores frustración,
rabia, tristeza y demás
emociones negativas asociadas a
la insatisfacción, “la responsabilidad
última de este malestar recae
en la actitud interna que toma la
persona frente a sus circunstancias
externas”, afirma Pérez. En su
opinión, “la drogadicción suele
compensar ciertas carencias internas,
muchas de las cuales también
proceden de la insatisfacción cosechada
en la vida personal”.
A pesar de ser un enemigo poco
visible, la drogadicción merma
lenta pero paulatinamente la competitividad
de las empresas. Se estima
que los trabajadores que beben
alcohol, fuman hachís o esnifan
cocaína habitualmente son
hasta un 70% menos productivos,
sobre todo, “por el desgaste y el daño
físico y emocional que supone
alterar la mente continuamente”,
según se desprende de un informe
de la OIT. Paralelamente, “este tipo
de adicciones contribuye a incrementar
los accidentes laborales
y, por ende, el absentismo, que
a su vez generan importantes pérdidas
económicas entre las empresas”,
señala el informe de la OIT.
Lo cierto es que, con el tiempo,
“la droga deja de ser el remedio
temporal que alivia los nervios y la
desazón interior para convertirse
en una necesidad psicológica y química,
que crea una dependencia
que esclaviza a los trabajadores”,
afirma Pérez. Y no sólo eso: cada
vez es más frecuente el policonsumo.
“Mientras el alcohol les ayuda
a calmar la ansiedad y dormir mejor,
la cocaína les activa, de manera
que puedan sobrellevar su frenética
actividad laboral, magnificando
la imagen que tienen de sí
mismos”, explica.
“Una de las señales inequívocas
del adicto es su necesidad de
incrementar la dosis para conseguir
el mismo efecto sobre su organismo”,
advierte Pérez. Así, “muchos
profesionales creen que su
consumo de alcohol es normal”.
Sin embargo, Pérez asegura que
se trata de un eufemismo que pretende
enmascarar la adicción: “El
adicto al alcohol medio suele tomarse
una cervecita por la mañana,
media botella de vino en la comida
más un chupito de postre,
así como una copa al salir de la oficina,
sin contar el vino y las copas
que se toma entre la cena y el momento
antes de dormir”.
Frente a este “conflicto silencioso”,
lo mejor que pueden hacer
las empresas es “instaurar
programas de prevención, vinculados
a servicios externos especializados”,
apunta Pere Plana,
presidente de la Sociedad Catalana
de Seguridad y Medicina en
el Trabajo. Estos programas suelen
contemplar información detallada
acerca de la enfermedad,
espacios para la comunicación,
asistencia psicológica y médica
para ayudar a quienes lo necesiten,
análisis de riesgo de consumo
dentro de la empresa y, por
consiguiente, la redacción de políticas
y estrategias que posibiliten
su prevención, explica Plana.
Y parece que funcionan: el
53% de los trabajadores adictos
al alcohol y otras drogas que asistieron
a algún programa de prevención
entre 2005 y 2006 ya están
rehabilitados, según un estudio
elaborado por el Instituto
Sindical de Trabajo, Ambiente y
Salud (ISTAS) de CC OO.

BORJA VILASECA

El País, Domingo 16 de septiembre de 2007.

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